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Caso 1

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Cuando los postes de luz están encendidos en la capital del país, Jairo Serrano se alista para salir a pedalear. Come algo sencillo, que no le caiga pesado para poder mantener el ritmo durante sus dos o tres horas de entrenamiento. Antes de salir, en ese momento cuando ya está vestido y listo para la aventura, se toma unos minutos, se encomienda a Dios y le pide poder volver a su amado hogar. 

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Abre la puerta de su casa, toma un respiro y se dispone a pedalear, primer destino, Colina centro comercial; donde sus compañeros de entrenamiento lo esperan. Mientras recorre el trayecto, de su casa al punto de encuentro, Jairo se vuelve testigo del amanecer, observa cómo el frío entumece sus músculos, convierte su cálida respiración en vapor que sale por su nariz, para finalmente llegar y verse con sus amigos. Estando allí, revisan que todo esté en orden, llantas bien infladas, frenos balanceados y equipo de seguridad, confirman lo esperado, ya pueden salir a su destino, el alto del vino.

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Cortesía de la fuente 

Junto a sus compañeros, Jairo trata de mantener el metro y medio de distancia que asegura que su vida esté a salvo. Sin embargo, no siempre esto es posible, porque en muchas ocasiones, tanto carros como motos, no son capaces de guardar la distancia que le hace sentir la confianza al ciclista que podrá llegar a abrazar a su familia. Ya están cerca, han pasado puente piedra y esas ansias por llegar cada vez se incrementa más. 

 

No obstante, un motociclista, va con premura, toma la decisión de adelantar una mula de carga, sin percatarse que Jairo está allí. Cuando el conductor de la moto se da cuenta de que el señor Serrano está cerca, ya es demasiado tarde; la moto atropella a Jairo. Él cae al asfalto, el casco choca contra el piso, su uniforme se desgarra, la bicicleta se raya y las manos se raspan. El ciclista queda viendo borroso, tendido en la mitad de la calle. Sus amigos temerosos de que algo más le ocurra, lo levantan con extremo cuidado y entre manos temblorosas y caras sudadas tratan de que Jairo despierte. 

 

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Mientras tanto, el motociclista que fue culpable del accidente levanta la moto, acelera y sin pensarlo se va del lugar de los hechos. Así es como se cae en el delito de omisión de socorro, el cual encuentra fundamento en el principio de solidaridad social; este está estipulado en el CódigoMientras tanto, el motociclista que fue culpable del accidente, acelera y sin pensarlo se va del lugar de los hechos. Así es como se cae en el delito de omisión de socorro, el cual encuentra fundamento en el principio de solidaridad social; este está estipulado en el Código Penal en los artículos 195 y 196. 

Jairo abre sus ojos, mira a su alrededor y ve a todos sus compañeros que con preocupación le preguntan “¿Cómo se siente?”, a lo que Jairo responde “bien”. Se levanta, observa con cautela sus raspones y les dice a sus compañeros que sigan con su trayecto, que no se preocupen por él. Trata de continuar con su viaje, pero dos kilómetros después, se comienza a sentir mal, está mareado, pálido y con dolor en los músculos. Le comenta a su gran amigo, Cristian, que no se siente bien; nuevo destino, el hospital.

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Entrando en la sala de urgencias, el típico olor a remedio y antiséptico se mezclan con la preocupación de Jairo por saber qué le sucede. Pero el dictamen del doctor fue reconfortante, trauma en tejidos blandos y una vida fuera de peligro.

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Jairo no sabe si salir o no. Le da miedo, pero su amor al deporte y su pasión por mejorar son más fuertes. Así que en cada entrenamiento levanta la frente y con valentía se vuelve a subir a su bicicleta.

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Actualmente, él entrena de tres a cuatro veces por semana, con un grupo de alrededor de ocho personas. Trata de tener más cuidado, pues el miedo aún lo acecha. Jairo espera que con el paso del tiempo menos ciclistas tengan que sufrir la experiencia de vivir un siniestro vial como el que vivió él.

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